Perezosos: por qué son tan lentos y cómo eso los ayuda a sobrevivir
Maestros del sigilo en cámara lenta: su lentitud es su mejor defensa en un mundo que premia la rapidez.
Por Ramón Salgado, publicado el 9 de junio de 2025
En el mundo, existe una inmensa variedad de especies y muchas de ellas tienen habilidades únicas que nos sorprenden. Sin embargo, otras nos desconciertan por su extraño comportamiento. Uno de ellos es el perezoso, un mamífero trepador que habita las selvas y parece estar en una dimensión en la cual todo sucede a cámara lenta. Y aquí viene la pregunta, ¿por qué poseen esa “adaptación”? ¿Se trata de una ventaja evolutiva o un error de la naturaleza?

En este artículo explicaremos por qué los perezosos son tan lentos y cuáles son los motivos detrás de este curioso comportamiento.
¿Por qué los perezosos son lentos?
Si alguna vez has tenido un hámster o un conejo, seguro habrás notado que viven a un ritmo muy apresurado. Esto es así porque estos animales tienen un metabolismo alto, el cual evolucionó para moverse más rápido, escapar de los depredadores y reproducirse con más frecuencia. Sin embargo, el perezoso parece estar en el otro extremo de la medida: son animales lentos, y se mueven de forma pausada. A diferencia de los roedores, estos mamíferos tienen un metabolismo muy bajo.
Los perezosos también son conocidos como folívoros (“come-hojas”) y pertenecen a un suborden de mamíferos placentarios. Son endémicos de América Central y América del Sur, donde podemos encontrar dos géneros:
- Perezoso de tres dedos (Bradypus)
- Perezoso de dos dedos (Choloepus)
Ambos grupos están muy adaptados a una alimentación a base de hojas, las cuales tienen un valor nutricional pobre en energía. Y como su dieta es tan restringida, debieron aprender a funcionar despacio para ahorrar esfuerzos innecesarios. El movimiento cuesta caro, energéticamente hablando, por lo cual deben evitar la pérdida de calor y cualquier otro comportamiento que implique un gasto elevado.
Otra ventaja es que su ritmo lento puede ayudarlo a pasar desapercibido ante los depredadores. Un conejo, por ejemplo, se vale de su rapidez para escapar de cualquier animal que intenta atraparlo. En cambio, el perezoso no tiene adaptaciones que le permitan huir o luchar con rapidez. No obstante, al ser tan lentos, se vuelven invisibles para los carnívoros.
Un detalle fascinante es que esta adaptación favorece otros mecanismo de defensa: el camuflaje. Al moverse despacio, las comunidades de algas microscópicas pueden crecer sobre su pelaje, brindándole una coloración verdosa. Este pequeño ecosistema que lleva en su cuerpo le permite mezclarse mucho más con el follaje y pasar desapercibido.
Los biólogos también aseguran que este microhábitat es mucho más que sólo un montón de algas: también atrae insectos y otros pequeños organismos que se alimentan de ellas. En pocas palabras, estamos ante un ecosistema móvil que es único en el reino animal.
La evolución de los perezosos
Los dos grupos de perezosos que conocemos hoy en día, son sólo un pequeño esbozo de otras especies que habitaron la Tierra hace miles de años. Además de las especies actuales, existieron algunos perezosos tan grandes como elefantes, conocidos como Megatherium.
Estos colosos habitaron en la región de Norteamérica y Sudamérica durante el Pleistoceno, pero se extinguieron hace aproximadamente 12.000 años. Muchos expertos aseguran que este evento coincide con la llegada de los humanos a ese territorio, aunque también pudieron haber influido otros factores, como el cambio climático.
Los seres vivos más emparentados con los perezosos en la actualidad son los osos hormigueros. Aunque a simple vista puedan parecerse a algunos primates por su forma de moverse o trepar, esto se debe a un caso de convergencia evolutiva: es decir, desarrollaron características similares debido a hábitos y entornos parecidos, no porque estén estrechamente relacionados.

Adaptaciones curiosas de los perezosos
A diferencia de Megatherium, que se desplazaba por el suelo, los perezosos actuales tienen una vida arborícola. Su cabeza es redondeada, y tiene dientes con forma de protuberancias cilíndricas con el mismo tamaño y forma. Al alimentarse de hojas, sus dientes sufren desgaste al masticar, por lo que crecen continuamente a lo largo de su vida.
En el suelo, son animales sumamente vulnerables, por lo que evitan estar en este sitio. Esto es así porque, como podemos observar, su cuerpo no está adaptado a la tierra firme y esto lo deja expuesto a los depredadores. Sin embargo, esto no quiere decir que no puedan hacerlo.
Estos ejemplares descienden de los árboles una vez cada ocho horas para defecar en el suelo. El comportamiento es bastante extraño, y los científicos todavía debaten sobre las razones. Existen algunas hipótesis, como que al depositar las heces en la base de los árboles podrían estar fertilizándolos, o que cubrirlas les ayuda a evitar atraer depredadores.
Sin embargo, una hipótesis más reciente propone que todos los perezosos actuales descienden de especies que ya tenían esta costumbre, y que simplemente no existió suficiente presión selectiva para eliminarla, ya que el riesgo de depredación al bajar a defecar es muy bajo.
Pero esto no es todo. De hecho, se encontraron perezosos cruzando ríos y cuerpos de agua con una habilidad sorprendente. Muchos creen que esto les permite atravesar largas distancias durante la temporada de lluvia o cuando necesitan buscar sitios con más disponibilidad de alimentos.
Asimismo, los perezosos también pueden defenderse, cuando ya no tienen otra opción. Sus garras miden entre 8 y 10 centímetros, los cuales pueden convertirse en armas amenazadoras. Aunque no son animales agresivos, pueden lanzar zarpazos potentes que resultan peligrosos para quienes los subestimen. Esta defensa, sin embargo, es su último recurso, ya que prefieren pasar desapercibidos antes que enfrentarse directamente a un peligro.
En definitiva, los perezosos son la prueba viviente de que la evolución no siempre persigue más velocidad o fuerza; en cambio, muestra que la verdadera clave para sobrevivir es adaptarse de manera efectiva al entorno.
Su lento ritmo y comportamiento particular les permiten conservar energía, evitar depredadores y aprovechar recursos específicos, demostrando que la eficiencia y la especialización pueden ser ventajas evolutivas tan poderosas como la fuerza o la rapidez. Así, nos recuerdan que la evolución es un proceso complejo, donde el éxito no se mide solo en términos de potencia, sino en la capacidad de ajustarse a las condiciones cambiantes del ambiente.
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